LA HEROÍNA DE LA REVOLUCION.

Publicado en por jmpr

Finalizado Septiembre y muy avanzado Octubre, tenemos que decir que este ha sido un año abundante en “defunciones históricas”. El reloj de la vida no perdona ni a amigos ni a adversarios, tampoco a los sin opción clara, aunque, en estas cosas, no optar significa ayudarles.

Entre los primeros, el inolvidable comandante Huber Matos; ¡la lucha continua! Una vida dedicada a la educación de los jóvenes y a la lucha por la libertad de la Patria.

Entre los últimos, Natacha Mella, hija de Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista de Cuba y represaliado por sus propios “camaradas”.

Entre los adversarios, por no decir enemigos, está Melba Hernández, muy mentada, después de muerta, como la “heroína de la Revolución”, olvidándose todos de otros calificativos dados, incluso por sus compañeros, de bastante mal gusto y obviando que su papel en los órganos decisorios era secundario y de comparsa.

Era hija de la clase media cubana, con lo que realmente era fiel testigo de que existía permeabilidad social, que un mulato podía pertenecer a esa clase media o ser Presidente (como Batista) y que podía estudiar hasta recibirse en Derecho y Sociología, con lo que otro más de los logros de la Revolución cae por tierra.

Siempre se avergonzó de ser mulata y continuamente quiso e intentó ocultar su “situación”, intentando pasar por blanca, cuando solamente era de tez clara, “adelantada” como se dice en Cuba.

Decía que su profesión no era provechosa para ella, pues siempre defendía a desfavorecidos, pero olvidó decir que era abogada del Servicio de Aduanas, trabajo que se supone no haría gratis.

El calificativo de heroína viene, esencialmente, por su papel en el Asalto al Cuartel Moncada y en la posterior publicación del librito “de” Fidel “La Historia me Absolverá”.

Veamos cual fue realmente su participación en el Moncada. Esta se basó, entre otras cosas, en dos aspectos que siempre se destacan como el inicio de su “heroicidad”:

  1. La obtención, mediante compra a un contacto en el Ejército, de los uniformes militares que utilizaron los asaltantes.
  1. Ser una de las dos mujeres, junto con Haydee Santamaría, que participaron en el Asalto, concretamente en la ocupación del Hospital Civil Saturnino Lora.

Melba era abogada, como lo es Fidel Castro, y ambos, a poco que se informasen, debían saber que asaltar una posición militar, utilizando el uniforme del enemigo y sin distintivos diferenciadores, no es admisible por las leyes internacionales. Que eso solo es aceptable para la aproximación, pero que en el momento de iniciar la acción, debe haber signos externos que permitan la diferenciación.

Esos distintivos no existían y prueba de ello son los varios asaltantes heridos en la espalda por munición de la usada por la gente de Fidel, claramente diferente de la utilizada por el Ejército. Es decir que recibieron disparos procedentes de sus propios compañeros, que no pudieron distinguirlos de los soldados de Batista.

Lo anterior, en manos de un abogado hábil, hasta podría justificar la ejecución de los asaltantes sobrevivientes.

¿Eran los dos tan malos abogados? ¿O es que esas muertes era precisamente lo que estaban buscando?, pues cualquiera que pensase seriamente en el triunfo militar del Asalto solo puede ser considerado como demente.

Sobre el Hospital Civil, la acción se explica diciendo fue ocupado para prestar atención a los heridos y que Melba y Haydee Santamaría actuaron como potenciales enfermeras.

¡Gran mentira!

  1. Desde el Hospital Civil se disparó sobre el Moncada, y la propia Policía y Ejército no entraron en él, hasta que había casi absoluta seguridad de no tener que usar las armas, por haber agotado las municiones los ocupantes.
  1. Para atender a los heridos estaba mucho más próximo el Hospital Militar, justo cruzando la calle en el punto del Ataque, ¿por qué preferir, salvo por su carácter de civil e indefenso, otro hospital? El recorrido desde la Posta 3, lugar de ataque, hasta el Hospital Civil tenía que recorrer completamente dos de las fachadas del Moncada, es decir en descubierto y bajo fuego de los defensores, pues el Saturnino Lora está nada menos que… ¡al otro lado del cuartel!
  1. Al Hospital Civil no llegó ni un solo herido; pero si llegaron al Militar, como ocurrió con José Luis Tasende.

Volvemos a lo anterior, ¿dos abogados, aparte de las consideraciones éticas, no se percataron de que las leyes internacionales prohíben atacar instalaciones sanitarias y menos para ser usadas con fines bélicos? Quizás la pregunta está mal planteada, me refiero a la expresión “…, aparte de las consideraciones éticas,…”, con estos señores no cabe la ética.

¿Cómo es posible que los miles de admiradores y seguidores del castrismo no caigan en esos “pequeños detalles”?

Ahora la famosa aventura de “La Historia me absolverá”: la versión oficial es que Castro, en prisión, reprodujo su alegato en el juicio, el cual fue sacado en pequeños trozos de papel, recopilado y copiado por Haydee Santamaría y Melba.

Pensemos un poco, todos los asaltantes capturados y sobrevivientes, incluidos Fidel y Melba, fueron juzgados por tribunales, que, si se caracterizaron por algo fue por dos cosas: la legalidad de sus actuaciones y lo “blando” de las sentencias.

Para conseguir el texto del alegato solo se precisaba que el representante legal de Fidel Castro solicitase una copia al tribunal y ya está.

Alguno dirá: “Fidel en prisión no podía nombrar un represente legal”. La realidad es que estaba en una celda que hoy es visitada y que parece un pequeño apartamento; se quejaba a sus hermanas sobre que los jamones que recibía eran pequeños, pues invitaba a mucha gente; figura en fotos con su hijo, trajeado y enseñándole el paisaje desde su celda; y finalmente tuvo esos días posibilidad de nombrar representante legal para divorciarse de su esposa, así que… nos lo expliquen!

Meses después Melba partió para México donde se sabe fue “juzgada” por sus propios compañeros por su comportamiento derrotista, aunque, prácticamente, lo único que se dice es que no se unió a la expedición del Gramma debido a su condición de mujer.

Hay muy pocos datos, como si se quisieran ocultar, de sus actividades entre Octubre del 1956 y el mismo mes de 1958, cuando se incorpora a Sierra Maestra.

Después mucho cargo de figuración, mucha embajada en el extranjero y mucho cargo de “representación popular” en los que se limitaba a seguir la “voz de su amo”.

Finalmente quizás seamos injustos al querer retirarle el título de heroína, a una gran luchadora por los Derechos Humanos, mérito que le fue reconocido mediante el premio Muammar Ghadafi. ¿Para qué intentar más explicaciones? El nombre del premio es suficiente.

Ya fallecida se le concedió su deseo, negado a personas de más “categoría” como Vilma Espín (enemiga, pero brava como pocas), de ser enterrada en Santa Ifigenia, en Santiago, junto a su familia, y no en el panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias o lugar similar.

¿Tan poco importante era la consideración real en que se la tenía? O es que alguien pensó. ¿Para qué enterrar a Melba en el Panteón de las FAR?

Sin más comentarios.

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